El work-life balance es el equilibrio significativo y confortable entre la esfera laboral y la esfera personal (familia, amigos, salud, diversión, etc.) en la vida de un individuo. Lograr este matrimonio ideal entre la vida y el trabajo es una tarea conjunta de trabajadores, empresarios y autoridades, pues los beneficios son compartidos. Las personas mejoran sus condiciones de salud, aumentan superformance laboral y distribuyen mejor sus tiempos con la familia. Las empresas gozan de un bajo nivel de ausentismo y un mayor compromiso de sus trabajadores. Esto se traduce en más productividad y menores costos. Los países gastan menos en servicios de salud, reducen la contaminación ambiental por la menor congestión vehicular y elevan su nivel educativo gracias al sólido pilar familiar.
En paralelo, el work-life balance se instaló con fuerza en el nuevo milenio con la disolución de la frontera entre trabajo y vida privada, debido al uso cotidiano de tecnología sofisticada (smartphones,tablets y laptops conectados a Internet) y al cambio generacional en las expectativas de éxito, producto de la inserción en las empresas de la generación Y.
En Europa, Estados Unidos y Canadá, las empresas ya están ejecutando políticas de flexibilidad, tanto en los espacios como en los horarios de trabajo. Brindan días libres, semanas cortas, horario de verano, trabajo compartido, teletrabajo y posnatal flexible, además de programas de salud, talleres sobre bienestar, consejería familiar y descuentos en servicios.
El Perú se encuentran aún muy lejos de esta realidad. En la primera encuesta sobre el equilibrio vida-trabajo de Semana Económica (SE), realizada por Ipsos Perú en noviembre-diciembre del 2014, se obtuvieron tres hallazgos preocupantes: 1) los ejecutivos peruanos presentan un desequilibrio entre su vida laboral, personal y familiar; 2) las mujeres son las que más sacrificios padecen para conseguir el balance deseado; y 3) las empresas hacen poco o nada para facilitar elwork-life balance. Apenas el 10% de las empresas ha desarrollado una estrategia para facilitar el balance de vida entre sus empleados.
Ante este diagnóstico, SE e Ipsos Perú construyeron el Índice de equilibrio vida-trabajo, con la finalidad de medir cuán balanceada es la vida de los ejecutivos y cuál es la brecha entre cada grupo encuestado. La sorpresa fue que los gerentes generales fueron los únicos que, a duras penas, calificaron como satisfechos.
También elaboraron la Matriz de equilibrio vida-trabajo, cuyo propósito fue identificar los patrones de comportamientos de los ejecutivos relacionados a sus prácticas y demandas en torno al work-life balance. Así se encontraron cuatro perfiles: los equilibrados y losworkaholics, que tienen un buen equilibrio; y los explotados y descontentos, que aún no gozan de una armonía en sus vidas.
RADIOGRAFÍA DEL WORK-LIFE BALANCE
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) agrupa a 34 países. En su página web se lee “su misión es promover políticas que mejoren el bienestar económico y social de las personas alrededor del mundo”. El work life balance es uno de los once factores para medir el Better Life Index (índice de mejor calidad de vida) de la OCDE.
¿Cómo mide la OCDE Better Life Index el equilibrio vida-trabajo? En primer lugar, considera la distribución de las tareas no remuneradas, en particular aquellas labores domésticas como cocinar, limpiar o atender a la familia. En promedio los hombres de los países de la OCDE dedican 141 minutos a los quehaceres de la casa, frente a los 273 minutos que invierten las mujeres. La diferencia promedio en la OCDE es aproximadamente de 2.3 horas al día, con importantes divergencias de un país a otro. En Dinamarca, el país con el mejorwork-life balance, la diferencia es de menos de una hora; en Turquía, el último del ranking, la brecha alcanza las 4.4 horas.
En segundo lugar, toma en cuenta la duración de las jornadas de trabajo. Un horario prolongado –50 horas o más a la semana– atenta contra la salud y la seguridad de las personas. En promedio sólo el 12% de los empleados hombres y el 5% de las empleadas mujeres trabaja más de 50 horas a la semana, un porcentaje bastante acotado. Sin embargo, en algunos países esta proporción es mucho menos saludable: en Turquía el 43.3% de empleados trabaja largas jornadas, en México el 28.8% y en Chile más del 15%. Si el Perú fuera sometido a esta evaluación, el resultado sería con toda probabilidad crítico. Según la encuesta de SE, más del 45% de ejecutivos trabaja más de 50 horas semanales.
El tercer factor analizado por la OCDE es el tiempo dedicado al ocio y al cuidado personal (incluidas las horas de sueño y alimentación).
Una mirada diferente para diagnosticar los niveles de bienestar global es el indicador Ifrei (International Family-Responsible Employer Index), desarrollado por el Centro Internacional Trabajo y Familia del IESE Business School (Universidad de Navarra). Su objetivo es evaluar –a partir de encuestas a empleados y empleadores– el nivel de implementación de la responsabilidad familiar corporativa, definida como “el compromiso de las empresas para impulsar el liderazgo, la cultura y las políticas de flexibilidad que faciliten la integración de la vida laboral, familiar y personal de sus empleados”.
El 46% de personas reconoce que puede acceder a políticas fomentadas por las propias empresas, el 70% de los trabajadores tiene miedo de pedir flexibilidad para evitar cualquier afectación en sus carreras u oportunidades laborales. En segundo lugar, los entornos negativos sí tienen un impacto real en las personas: el 83% de encuestados que trabaja en entornos contaminantes sufre de estrés laboral y el 46% se encuentra mal de salud. En los entornos enriquecedores trabajan personas 19% más productivas que en los entornos sin responsabilidad familiar corporativa. Y en los entornos contaminantes, la intención de abandonar la empresa crece un 300%.
Fuente:www.semanaeconomica.com