La especialista recomendó que reflexionemos acerca de este concepto, además que cuentes con un plan de crecimiento constante y sostenido.
Como seres humanos tendemos a pensar -con esa luz de esperanza propia de nuestra dimensión espiritual- que aquello que nos rodea, como las personas, algunas cosas, actividades, desarrollos profesionales en los que nos involucramos son eternos, cuando verdaderamente todo es finito.
Jimena Díaz, Consultora Asociada de LHH DBM Perú, nos hace reflexionar sobre las relaciones humanas sensibles como las que tenemos con nuestros amigos o con nuestra pareja sentimental y qué pasaría si estas relaciones estuvieran marcadas por una fecha de término.
“¿Qué pasaría si el matrimonio no fuera hasta que la muerte los separe, sino que tuviera una fecha de caducidad, por ejemplo, cinco años? ¿Ese tiempo de convivencia se viviría con más intensidad, con más cuidado, con más cariño porque tendría una existencia límite?”, dijo
Agregó que es importante trasladar esta reflexión al mundo laboral porque en esta época de cambios y transformaciones constantes, necesitamos estar preparados para desempeñar nuestras funciones con la intensidad y el cuidado de un horizonte finito.
Señaló que necesitamos poner en nuestras posiciones laborales, acciones plausibles en tiempos cortos, con límites temporales marcados que nos permitan ser conscientes de dos conceptos que caracterizan el mundo del trabajo, hoy: versatilidad y resiliencia.
“Sabemos que la vigencia de las habilidades necesarias para responder a los desafíos laborales se estima en menos de 4 años. Ponerse metas temporales favorece el aprendizaje constante, la captura de las necesidades reales y de las tendencias en los diferentes sectores económicos y la claridad para lograr transiciones laborales exitosas y, como no, para la movilidad interna y el desarrollo de una línea de carrera dentro de la misma organización”, dijo.
Precisó que, probablemente, si no le ponemos una fecha de caducidad a la función o tarea que tenemos dentro de una organización, no estaremos aprovechando al máximo la oportunidad de crecimiento y no estaremos proyectando el siguiente paso.
“Estaremos dejando que alguien tome el timón de nuestro futuro, decida por nosotros, por nuestra vida, por nuestro tiempo y por nuestra profesión y finalmente sí, expiraremos a nivel laboral. Es nuestra responsabilidad absoluta liderar nuestra carrera y no dejarla descuidada por no mirar nuestra fecha de caducidad”, expresó.
Plan de crecimiento constante y sostenido
La especialista recomendó que reflexionemos acerca de este concepto, además que cuentes con un plan de crecimiento constante y sostenido. Necesitamos tener un Plan A y un Plan B, sobre todo en épocas de incertidumbre donde tenemos que estar dispuestos a cambiar rápido de área, de línea, de compañía o de sector.
Además, es recomendable que este plan lo tengas escrito, con métricas e indicadores de los propósitos y los avances realizados.
“Pensemos acerca de cuál es nuestra fecha de caducidad en el trabajo actual y pongámosle un empeño planificado a nuestros próximos pasos. Además no lo circunscribamos solo al ámbito laboral o profesional, cuando uno le da valor a lo interpersonal, logramos sentirnos mejor y dar lo mejor de nosotros a los demás”, finalizó.
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