La lucha por encontrar un empleo es cada vez más fuerte, las personas, además de contar con experiencia y niveles superiores de estudios, ahora deben tener manejo de su personalidad y emociones, situación que puede ser complicada para algunos; sin embargo, una vez logrado este control se convierte en un plus que les dará mayores herramientas a los ojos de los reclutadores.
Las presiones del día a día, la competencia individual y profesional, las exigencias laborales, entre otras, son situaciones que alteran el estado emocional de muchas personas, lo que finalmente conlleva a un desequilibrio emocional que puede ser tanto físico como psicológico.
Estas situaciones afectan a las personas en los distintos ámbitos en los que se desenvuelven, ya sea personal, familiar o laboral, debido a que las emociones influyen directamente en su estado anímico.
Considerando que los seres humanos pasan la mayor parte del tiempo en su trabajo es importante que aprendan a manejar sus emociones y transformar conflictos en oportunidades.
Esta capacidad es conocida como inteligencia emocional, la que llevada al ámbito laboral resulta de gran utilidad para la empresa. Para hacerlo, es necesario contar con un buen líder, quien tenga desarrollados los hábitos para fomentar el control de las emociones en el resto de sus compañeros de trabajo. En otras palabras, este personaje es quien tiene claro que ciertas actitudes podrían ser eficaces en términos de relaciones y productividad en la empresa.
Para las organizaciones, resulta fundamental saber escuchar al empleado y desarrollar empatía, lo que permitirá establecer un vínculo mucho más profundo y sincero con él, de esta forma se podrá tomar en cuenta la opinión de los demás y se le dará el valor de “persona” y no de “número” al empleado.
Un trabajador que se siente escuchado y al que se le ha guiado para el manejo correcto de sus emociones, será comprometido y leal con la empresa, razón por la que participará en forma inherente en el desarrollo y éxito de ella.
Asimismo, sentirse escuchados y motivados en el trabajo, derivará en una buena relación entre compañeros, basada en el respeto y en advertir que todos son una pieza fundamental para lograr cualquiera de los objetivos propuestos. Quien tome el rol de líder deberá fomentar estas actitudes, teniendo en cuenta que son condiciones para que cada persona logre una de las habilidades más importantes de la inteligencia emocional: la automotivación.
Así los empleados, sabrán reconocer los diversos factores positivos y fomentar estos hábitos en torno a la inteligencia emocional, se lograrán interesantes resultados en cada persona, miembros más creativos, motivados, conciliadores, que puedan manejar el estrés, sus propios sentimientos, los ajenos, todo con el fin común de lograr personas más comprometidas y por ende una cultura organizacional fuerte que aporte a la productividad de la empresa.
A lo mencionado, también debe sumarse la necesidad de fomentar el trabajo en equipo. Conversar sobre normas, reforzar los aspectos positivos, así como agradecer y elogiar las buenas acciones dentro de la empresa. Con éstas y otras simples medidas es posible lograr cambios trascendentales, si lo que se quiere es tener una empresa exitosa en todo ámbito.
“Todos las personas tenemos la capacidad de reconocer y manejar positivamente nuestras emociones, lo esencial para ello es reforzarla, preguntándose si las cosas se están haciendo de la mejor manera, por qué actúo como actúo, qué puedo hacer para cambiar lo que no me está gustando, etc. En todo ámbito, desde lo personal hasta lo laboral, esta iniciativa puede ayudar mucho en un mejor rendimiento y motivación en el lugar de trabajo”, recomienda Ernesto Velarde, country manager Trabajando.com Perú.