La retroalimentación o feedback, es clave para seguir creciendo profesionalmente. los jefes lo utilizan para explicar los puntos débiles y fuertes debido a que es básico para el desarrollo profesional.
Begoña Schoendorff, directora de desarrollo de negocios y operaciones de Grupo Actual, la describe como «una devolución de los comportamientos observados en una persona». En cualquiera de sus modalidades (formal o informal, de arriba abajo, de abajo arriba o entre iguales), esta información «es un regalo para quien la recibe, porque le sirve para conocerse mejor, potenciar sus fortalezas e identificar y desarrollar sus áreas de mejora», añade.
Algunos especialistas prefieren hablar de feedforward (prealimentación) antes que de feedback. La buena retroalimentación, sostiene Fernando Botella, consejero delegado de Think&Action, es siempre un viaje hacia el futuro. «No se puede cambiar algo que ya ha sucedido, pero sí intentar mejorar lo que aún está por venir. Entre decirle a tu colaborador ‘¿cómo es posible que solo hayan salido dos camiones del almacén esta semana?’ o ‘¿qué podríamos hacer para intentar que la semana que viene salgan cuatro camiones?’ media un abismo». Catalina Payá, directora general de Inspiring Partners y profesora de ESADE, coincide. «El problema de focalizarse en el pasado es que es hacerlo en el error y en la queja. Es remover emociones negativas que no favorecen la predisposición al cambio».
Pero, ¿Cuándo retroalimentar?
En muchas compañías la retroalimentación sólo se aborda cada 6 o 12 meses, cuando llega el momento formal de la evaluación del desempeño. Lo cierto es que muchos profesionales siguen viviendo el momento de la retroalimentación a la defensiva y con tensión. Y no sólo quienes la reciben. Algunos jefes y organizaciones intentarán evitarlo.