Estimaciones de la OIT establecen que en los países en vías de desarrollo, el costo anual de accidentes y enfermedades profesionales representa entre el 2% y 11% del PBI.
En el caso de Perú, aplicar este indicador implicaría un costo anual entre 2 mil y 14 mil millones de dólares. Este criterio resalta la importancia de una cultura de prevención que, si bien es cierto, demanda una inversión a las empresas, a cambio ofrece una mayor reducción en los costos de ausentismo y reemplazo ocasionados por malestares y enfermedades ocupacionales, así como costos derivados de accidentes laborales, tales como, reparación o reposición de maquinaria, reprocesos y desperdicio de materiales, primas de seguros, incumplimiento de contratos, indemnizaciones, etc.
La creciente competitividad y exigencia laboral demanda de los trabajadores un rendimiento cada vez mayor. El cansancio, la fatiga y el estrés traen como consecuencia riesgos de salud y de accidentes debido a una mayor propensión al error. Estos efectos adversos del trabajo requieren un tratamiento basado en métodos de higiene y recuperación psicofísica del esfuerzo con el propósito de restablecer la condición del trabajador para un óptimo desempeño. Invertir en salud y protección de los trabajadores no sólo disminuye costos y mejora la productividad, sino que produce una mejor disposición y motivación hacia el trabajo.
Fuente: animusperu.blogspot.com