En su libro Reimagina, Tom Peters plantea 25 reglas para el desarrollo del talento humano. Tomando en cuenta algunas de sus ideas, presentamos seis claves para que llegues a ser un experto en gestión de personas.
1) El talento encabeza la agenda: Aunque muchos directivos se cuentan la historia de que el colaborador es el activo más importante de la organización, la realidad es que en la práctica han demostrado poca congruencia.
«Cuando lleguemos a la meta podremos mejorar las condiciones para todos»… — dicen. ¿Qué pasaría si cambiáramos la lógica?
«Cuando mejoren las condiciones de todos los colaboradores llegaremos a la meta»… ¿Se imaginan?
No es necesario hacer enormes inversiones o convertir la oficina en un parque de diversiones. Basta con una pregunta simple y honesta: ¿Qué puedo hacer yo por mis colaboradores para que den lo mejor de sí mismos?
2) Maneja los intangibles: Aprender a ver más allá de lo evidente, independientemente de lo que diga un CV. Sus habilidades, competencias y logros son importantes, pero todos somos «algo más» que nuestros conocimientos y experiencia. Hay algo que no se puede tocar, pero que siempre está presente en nuestro desempeño: nuestra forma de ver y afrontar las cosas.
Se dice que se contrata por aptitud y se despide por actitud. Un buen líder es aquel que es capaz de influir y manejar de manera adecuada la actitud de sus colaboradores, para el bien del equipo y de la organización.
3) Toma en serio la capacitación: Aunque por ley las empresas están obligadas a crear planes de capacitación y desarrollo que fortalezcan las competencias y habilidades de sus colaboradores, la realidad es que muchos de estos planes existen solamente en papel.
Las horas dedicada a la formación y desarrollo del talento son pocas en comparación con lo que una persona requiere para especializarse y perfeccionar su arte. El problema es que, en muchos casos, el trabajo en una empresa no está considerado un arte, sino una actividad transaccional, en la que el empleado cumple con ciertas metas y a cambio recibe ciertas retribuciones.
4) Promueve a aquellos que se preocupan por las personas: Generalmente la lógica para seleccionar a un líder dentro de la organización es elegir a aquel que es el mejor en lo que hace. Por ejemplo, el líder en una agencia de relaciones públicas será aquel que sabe hacer muy bien dicha labor. Sin embargo, ¿qué pasa cuando al frente de un equipo se encuentra aquel que es muy bueno en su trabajo, pero muy malo en su trato con los demás? Pueden imaginar el clima de esa organización…
5) El talento es un asunto muy particular: Una de las mayores lecciones de liderazgo la puede dar cualquier mamá con más de dos hijos. Aunque a todos los ame igual, sabe y entiende que todos son diferentes y que por eso mismo no puede tratarlos igual.
Uno de los errores más comunes dentro de una empresa es aplicar las mismas medidas y planes para todos los empleados, como si se tratarán de robots programables y no de seres humanos únicos e irrepetibles.
6) Prepara la tierra sobre la que ellos han de sembrar: El líder debe tener claro que la estrella es el colaborador. Quien se manchará las manos, correrá los riesgos y, de ser posible, revolucionará el mundo, será su colaborador.
Su mayor labor es tan simple como compleja: crear el ambiente idóneo, lleno de oportunidades, para que su gente desarrolle al máximo su potencial y se responsabilice de su propio crecimiento. No será el líder quien los haga crecer, por más que quiera. No le corresponde esa tarea.
Más allá de sus esfuerzos por ser grandes estrategas e innovadores, los líderes deben reinventarse a sí mismos, como expertos en el desarrollo del talento