Y aunque recomienda evitar que este tipo de líderes y gerentes egocéntricos tomen el poder, lo primero que deben hacer las organizaciones es tener un mejor filtro en los procesos de selección y cambiar los pensamientos erróneos que se tiene para elegirlos.
Para ello, recordó al psicólogo Tomas Chamorro-Premuzic, científico principal en talento de ManpowerGroup y profesor de psicología empresarial en el University College London y en la Universidad de Columbia, quien dio a conocer que desde hace años se ha elegido a líderes varones por dos rasgos de personalidad: confianza y carisma, algo que no debió darse jamás:
Schwantes manifiesta que a menudo la confianza es disfrazada como una competencia de liderazgo. Algo muy lejos de la realidad, pues aunque muchos consideren que una persona segura es altamente competente, lo cierto es que no existe ninguna relación entre ambas.
“La competencia es lo bueno que eres en algo. La confianza es lo bueno que piensas que eres en algo”, dice Chamorro-Premuzic. Y a pesar de que es positivo confiar en uno mismo, no debemos exagerar confundiéndola con nuestro rendimiento, pues lo único que provocará es tomar decisiones imprudentes al creerse inmunes a la retroalimentación negativa.
«El carisma nubla las evaluaciones de la gente sobre el desempeño real de los líderes. En lugar de ser objetivos, somos menos críticos con el desempeño de los líderes cuando los vemos como carismáticos, y somos más críticos cuando no lo hacemos” , señaló Chamorro-Premuzic.
Asimismo, indica que si éste se combina con el narcisismo y la psicopatía podría acabar con destrucción de un equipo. Sin embargo, cuando los seguidores tienen más información sobre un líder, la importancia del carisma disminuye.
Entonces, ¿quiénes deben ser elegidos como líderes? Los que combinen IQ (inteligencia intelectual) con EQ (inteligencia emocional.