El refranero español dice que el trabajo es salud, pero no es eso lo que piensan los empleados. Según una encuesta realizada por Randstad, un 28% reconoce que el trabajo afecta a su salud a menudo y un 24% reconoce que lo hace en momentos de estrés. Tan sólo un 26% de candidatos afirma que el empleo no le afecta nunca a su vida diaria.
De esta manera, la intensidad laboral y el estrés provocado por la crisis provocan la aparición de nuevas patologías laborales. Randstad ha detectado las siguientes, relacionadas principalmente con la incidencia del estrés:
– Burnout o síndrome del quemado. Es un tipo de estrés prolongado motivado por la realización de esfuerzos que no se ven compensados.
– Adicción al trabajo. La adicción al trabajo era considerada como positiva, pero ya es reconocida como una patología.
– Dependencia del estrés o ergodependencia. Un síndrome que hace que el trabajo se refugie en el empleo de tal modo que no sea capaz de estar sin trabajar ni un solo día durante periodos muy largos.
– Fatiga crónica. La fatiga crónica se diagnostica cuando una persona se muestra agotada por un período de seis meses, cuando el cansancio no desaparece con el reposo.
– Tecnoestrés. Es una enfermedad vinculada con el auge de las nuevas tecnologías y afecta principalmente a trabajadores que basan su trabajo en el uso de Internet o del correo electrónico.
El estrés forma parte de nuestra vida diaria, pero se pueden modificar pequeños hábitos que nos ayuden a sobrellevarlo y que ayuden a reducir las posibles enfermedades. Entre estos hábitos saludables está un descanso mínimo de ocho horas diarias, aprender a delegar tareas tanto fuera como dentro de casa, organizar y priorizar las actividades e intentar no generar más ansiedad de la necesaria.