Por: Instituto Peruano de Economía ( www.ipe.org.pe)
En el sistema financiero actualmente hay US$2,300 millones de CTS. De ese monto solo el 23% es disponible, pero con la ley del Congreso, se calcula que solo el 3% del total lo seguirá siendo.
Como lo repasa el documento Los costos laborales en el Perú de Juan Chacaltana, la compensación por tiempo de servicios (CTS) se creó con la finalidad de proteger al trabajador en el hipotético caso de que se quede sin trabajo, de tal manera que cuente con un capital para poder sobrevivir durante el tiempo que le tome encontrar otro empleo. Se trata de un concepto que con frecuencia ha sido criticado por los empleadores, pero que tiene antigüedad en la legislación peruana.
No obstante, desde hace tiempo y crecientemente la naturaleza de la CTS se ha estado pervirtiendo, en el sentido en el que se le permite al trabajador hacer uso de buena parte de ese dinero aún cuando no haya sido despedido. La excusa usada para cambios temporales que luego se vuelven permanentes es que hay crisis y que utilizar los fondos de la CTS ayuda a reanimar la actividad económica. Esto ha sido criticado por diversos analistas pues resulta siendo una medida bastante poco técnica que atenta contra la seguridad misma de los trabajadores.
Por otro lado, como lo muestra el documento Estabilidad laboral e indemnización de Miguel Jaramillo, el pago de la CTS y las fluctuaciones en su legislación tienen una parte importante en los costos laborales no salariales, los cuales el empleador transfiere al empleado en la forma de una reducción de su sueldo. No obstante, la CTS también crea más incentivos a la informalidad. Es decir, algunos empleadores preferirán contratar por lo bajo que reportar un puesto de trabajo y pagar todos los costos no salariales que implica, la CTS entre ellos. En ese sentido, si vamos a tener CTS, hay que tenerla bien y con el objetivo correcto, pues de lo contrario estamos generando una serie de pérdidas de eficiencia social por las puras.
Por eso preocupa que se persista en atentar contra el sentido mismo de la CTS. Vale la pena repetirlo: Este costo laboral no salarial fue introducido para brindarle al trabajador un medio para que subsista durante el tiempo que le tome conseguir otro empleo. Si en algún momento este dinero fue liberado para incrementar el consumo o algún otro fin, la situación actual ya no parecieran ser un motivo de fuerza para no retornar a la intangibilidad de la CTS.
En todo caso, lo que se puede hacer, como lo promovieron alguna vez algunos analistas laborales, es definir en el contexto económico actual cuánto es lo razonable que se demore un trabajador promedio para conseguir trabajo y mantener la intangibilidad de la porción de la CTS necesaria para cubrir aproximadamente ese periodo, dejando el resto de libre disponibilidad o liberando al empleador de seguir pagando la CTS las dos veces al año que se le obliga a hacerlo. De esa manera se estaría cumpliendo con el objetivo de ayudar a los desempleados a sobrellevar ese duro periodo que toma conseguir otro trabajo y a la vez minimizando el impacto negativo en la economía.
Además, como ya lo comentamos previamente pareciera que a veces algunos se olvidan que la CTS no está sola en el mundo, sino que coexiste con una serie de otros conceptos que se cruzan. Todo esto sumado termina dando como resultado que el mercado laboral peruano es uno de los más rígidos del mundo. Esto es perjudicial, nuevamente, para los trabajadores, pues estas rigideces desincentivan el empleo formal y crean incentivos a la informalidad que llevan a que haya más peruanos que trabajen no solamente sin CTS, sino además sin ninguno de los demás beneficios laborales a los que sí tienen acceso los que trabajan en el ámbito de la formalidad. Continuar con la flexibilización del mercado laboral para poder hacer retroceder a la informalidad debería tener mayor prioridad.