El bienestar emocional como motor del talento

Por Romina Barrantes, Head of Customer Happiness de Buk Perú:

Hablar de talento en las organizaciones suele reducirse a métricas de eficiencia o resultados operativos. Sin embargo, el dato más revelador del estudio Building Happiness 2024, realizado por Buk, es que los colaboradores que perciben que su trabajo tiene propósito tienen 3,5 veces más probabilidades de sentirse felices. Esto no es solo un número: implica que la gestión de personas debe pasar de la administración de recursos a la construcción de entornos que generen valor emocional y sentido de pertenencia.

Además, los colaboradores que se sienten valorados tienen 2,2 veces más probabilidades de experimentar felicidad laboral. Surge entonces una pregunta clave: ¿cómo podemos trascender la gestión para nutrir este bienestar emocional de forma sostenida? El desafío es aún mayor si consideramos la convivencia de diversas generaciones dentro de las empresas.

Mientras los baby boomers declaran ser los más felices en sus entornos laborales, la generación Z es la menos satisfecha. Esto revela que las políticas uniformes de bienestar resultan insuficientes; se necesita un enfoque flexible y humano que reconozca las particularidades de cada persona y de cada contexto. La gestión tradicional, centrada en reglas y procesos, queda atrás frente a la necesidad de escuchar, dialogar y reconocer a los equipos de forma genuina.

Otro aspecto relevante del estudio es la escasa adopción de la inteligencia artificial en los procesos de gestión de personas: apenas el 19% de las empresas la utilizan para la selección y solo el 10% para la comunicación con colaboradores. En vez de ver la tecnología como una amenaza, debemos considerarla un facilitador para liberar tiempo y concentrar esfuerzos en lo que verdaderamente importa: el vínculo humano.

La clave no está en la automatización por sí misma, sino en cómo se integra para fortalecer la empatía y la escucha activa. Finalmente, el rol de áreas como Customer Happiness y Clima y Cultura se redefine: ya no basta con medir satisfacción, sino que se trata de detectar necesidades emocionales y traducirlas en oportunidades de mejora.

El talento no es un recurso aislado; es un sistema de relaciones y expectativas que, bien comprendido, puede ser la ventaja más sólida de una organización. Pasar de gestionar personas a liderar futuros compartidos implica transformar datos en vínculos significativos y resultados en experiencias con propósito. La felicidad organizacional no es un destino final, sino un proceso continuo y estratégico.

En sencillo, es un activo que influye directamente en la resiliencia, la productividad y la retención de talento. Las empresas que apuestan por el bienestar emocional logran equipos más comprometidos y menos propensos a rotar, lo cual repercute en la sostenibilidad y en la generación de valor a largo plazo. Así, el verdadero valor del talento radica en cómo logramos construir culturas organizacionales que no solo busquen eficiencia, sino que cuiden y potencien la felicidad de quienes las conforman.


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