Por Iris Reyna Sánchez Aizcorbe (Perú), Profesora de Habilidades Directivas en la PUCP y Directora Ejecutiva de 3C Consultores en Cultura Corporativa
Llevo casi dos décadas ayudando a gran diversidad de personas y personalidades a mejorar sus habilidades de liderazgo, tanto a través de talleres, asesoría, cursos, evaluaciones 360°, entre otras técnicas; y debo confesar que siempre me quedo con ganas de decir “mira, tómalo con calma, porque hagas lo que hagas, nunca vas a ser ese líder”.
Si preguntas a mil personas quiénes quieren ser un buen líder, te aseguro que el 99.9% levantará la
Pensemos: inspirar a su equipo; escuchar y ser empático/a; conocer a cada uno/a; tratar a todos equitativamente según sea su nivel de desarrollo, sus personalidades, sus intereses, sus gustos; dar el ejemplo, “ser” un ejemplo, comunicar con claridad, tener empatía, motivar; lograr la participación y compromiso de todos, velar por su desarrollo, su línea de carrera, escuchar sus problemas personales, generar confianza, entre muchas otras
Pero además, el líder debe planificar, tomar decisiones, asignar responsabilidades y tareas, hacer reportes, rendir cuentas, monitorear avances, solucionar problemas, negociar, conseguir recursos, enseñar, hacer que las cosas sucedan, etc. Y según sea el puesto que ocupa, también debe vender, atender clientes, negociar con los bancos, producir, diseñar, lidiar con mil trabas administrativas, o ¡todas las anteriores!
Toda esta vasta literatura sobre “el líder” que nos rodea y que ahora se estudia en los institutos y universidades, genera expectativas cada vez más exigentes de aquellos que suben a una posición de supervisor, jefe o gerente. Lo que al inicio era un modelo ideal de “líder” se ha convertido en la norma “si no cumples con el modelo, no eres un líder”.
Por lo tanto, estamos creando el perfecto ambiente para tener una gran fuerza laboral frustrada y desmotivada porque su jefe no es un “líder”. Un ambiente donde la gente ha comprado la idea de que su jefe debe ser un “líder” y por lo tanto, cumplir con el modelo ideal del libro. Un ambiente donde nos concentramos en lo que las personas “no son” en lugar de valorar lo que van logrando.
Quizás nos hemos olvidado que las organizaciones están formadas por seres humanos, es decir, por seres imperfectos que tienen grandes cualidades, pero también miedos, inseguridades, malos hábitos y un sinfín de pequeños “defectos de fábrica”. Y si bien, como decía al inicio, el 99.9% queremos ser esos líderes ideales del libro, esas personas perfectas, debemos empezar por aceptar que no lo somos y seguramente nunca lo seremos.
Como jefes, podemos intentar ser mejores cada día, ser sencillos, mostrarnos como somos y, más bien, pedirles a los miembros de nuestro equipo que sean ellos los que compensen nuestras falencias. Como jefes, gerentes, profesores y autores, podemos ayudar a desmitificar al “líder” y dejar de generar falsas expectativas en la gente, y decirles “tu jefe no es un líder, pero juntos pueden hacer el trabajo ideal”.
Iris Reyna Sánchez Aizcorbe (Perú), Especialista en Gestión de la Cultura Corporativa, Clima Laboral y Desarrollo del Talento con más de 25 años de experiencia. Ocupó posiciones de gerencia en recursos humanos para Sudamérica; principalmente en ExxonMobil, Oxfam Gran Bretaña e Hipermercados Tottus. Asimismo, desde el año 1994 facilita talleres de desarrollo de habilidades blandas y liderazgo para diversas empresas y, en los últimos años, ha sido profesora de post-grado y maestría en Centrum Católica. Actualmente es Profesora de Habilidades Directivas en la Pontificia Universidad Católica del Perú y Directora Ejecutiva de 3C Consultores en Cultura Corporativa.