Por Manuel Celi – Coach Ontológico y Socio de A-COACH.PE
En estos días los medios digitales, diarios y revistas están llenos de artículos que usan la campaña del equipo nacional de fútbol y el papel que juega el entrenador y los jugadores como ejemplos de liderazgo.
Leí en un diario de negocios el aviso a página entera de una empresa, con un mensaje que empieza diciendo: “36 años, ¿Y por qué tardamos tanto? Si nunca faltó talento…”
El deporte es un buen terreno para el desarrollo de liderazgo.
Si apelamos a una definición simple, entendemos el liderazgo como la capacidad del líder de influir en un colectivo para conseguir los objetivos establecidos. El líder busca resultados.
El deporte, en términos generales, brinda el escenario ideal para desarrollar estilos de liderazgo en los dirigentes, entrenador, asistentes técnicos y jugadores.
Pero el deporte no hace líderes. Como la empresa tampoco.
Las habilidades físicas para jugar, o gremiales para conseguir una presidencia, o profesionales para conseguir un cargo, no son sinónimos de liderazgo. El cargo da poder, el liderazgo autoridad. Y el poder busca resultados mientras que el liderazgo cambios.
El liderazgo hay que desarrollarlo siempre.
El concepto de liderazgo se ha llenado de definiciones adjetivas muchas veces solo declarativas. En el mundo corporativo se enseña a imitar a ciertos gurús del liderazgo sin averiguar los efectos que tal o cual estilo puede tener en los equipos o la empresa en su conjunto.
Al imitar, o “modelar” como se dice, a algún famoso líder, incurres en la adopción de una presencia que no es necesariamente la tuya, cayendo en una representación casi teatral que no le sirve a nadie. No te sirve a ti y menos a tu equipo.
Los planes de liderazgo que desarrollan las empresas, a veces pasan por alto el hecho de que sus líderes y los liderados tienen lecturas muy diferentes de lo que está pasando. Si se logran los objetivos de la empresa es por el poder de los gerentes para aplicar sistemas de trabajo, pero no por compromiso de los liderados y a un alto costo.
En Amazon hay un catálogo de casi 200,000 libros sobre liderazgo. En Google Perú hay 78,900,000 entradas sobre el mismo tema. Millones de soles y dólares invertidos en programas in-company, conferencias y en formación de líderes.
Y no obstante lo anterior, según un estudio de hace solo 5 años de Gallup (octubre 2013; tamaño de la muestra 230,000 empleados en 142 países) solo 13% de los encuestados respondió que está comprometido con su trabajo. El resto o no lo está (63%) o dice que está totalmente desconectado con su trabajo (24%).
¿Y qué no está funcionando para tener un ratio tan bajo de trabajadores comprometidos?
Entonces, ¿qué le falta al líder moderno?
- Contestando la pregunta del aviso que mencioné arriba, el líder debe ser inspirador.
- El líder del siglo XXI se da cuenta de lo importante que son las emociones en la interacción de las personas y por eso es inspirador.
- El líder siglo XXI inspira a su equipo.
- La inspiración es una fuerza poderosa que atrae a la meta. Nadie tendrá que motivarte a hacer lo que tienes que hacer porque tu inspiración te hará querer hacer cosas.
La inspiración es contagiosa.
Te invito a pensar en el tema y gozar tu liderazgo inspirando personas y organizaciones. Necesitamos para nuestras empresas líderes inspiradores, apasionados, con emociones positivas contagiosas que hagan crecer las empresas promoviendo equipos con gente llena de energía y satisfecha de su desarrollo personal.
Sobre el autor
Por Manuel Celi Vidal – Coach Ontológico Empresarial para directivos y ejecutivos. Empresario con más de 40 años de experiencia en negocios de servicios logísticos y comerciales innovadores como proveedor estratégico de grandes empresas locales y de países andinos. En 2014, Manuel fundó A-COACH.PE, organización que brinda servicio a personas y organizaciones exitosas en sus procesos de cambio.